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Historias de sordos y la mar. Garis Tibabijo: ‘El sordo Salvavidas’

En el acuario de San Andrés, un joven de 1.72 estatura, contextura fornida y tez trigueña, se dedica a salvar vidas. Su nombre es Garis Tibabijo, sanandresano y sordo de nacimiento con 29 años de edad.   De niño, cuenta, recibió algunas clases de lectoescritura, matemáticas y lengua de señas en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar-ICBF, pero nunca tuvo procesos de educación formal. Este primer acercamiento se vio obstaculizado por la pronta partida de su profesora de lengua de señas.

 

Siendo aún un muy joven, una mujer sorda de San Andrés le ayudó a reforzar el lengua de señas y le regaló un libro de vocabulario que le sirvió para aprender a comunicarse con los demás, aunque de manera muy escasa. Sin oportunidad para estudiar y con conocimientos limitados, Garis decide empezar a trabajar. Gracias al “rebusque” hoy sabe de panadería y bisutería, ha trabajado en servicios varios e incluso hizo un curso de primeros auxilios en la Cruz Roja. Con ellos se vinculó laboralmente un par de años.

 

 

Pero no fue sino años más tarde que Garis descubrió su verdadera pasión: ser salvavidas, comprendiendo que podía vivir del mar. Allí es cuando se topa con Carlos Julio, ‘El Profesor’, quien lo capacitó para ser salvavidas en playa, y aunque con él no recibió educación formal ni un curso certificado, su recomendación era más que suficiente para abrirle puertas.

 

Por medio de señas o códigos caseros que han acordado para entenderse, ‘El Profesor’ enseñó a Garis a nadar, a bucear, a identificar los peligros del mar, atender emergencias y rescatar personas del agua. Con esas herramientas, adquirió experiencia apoyando trabajos en el mar y, desde hace 6 meses, inició su trabajo como salvavidas de manera formal.

 

 

‘El Profesor’ describe a Garis como un hombre muy atento y muy visual “nada se le escapa de su ojo”, y esto es una característica de las personas sordas, que al no poder escuchar, desarrollan un poco más otros sentidos como la visión. Su mejor aliado es el pito con el que se comunica y advierte sobre la seguridad y las zonas restringidas para acceso al mar o la playa, también usa señas y es muy diligente para darse a entender, pero tiene claro cuándo debe pedir ayuda para atender una emergencia. A Garis, lo describen como un hombre hábil, inteligente, amable y humilde, siempre dispuesto a ayudar.

 

En la isla, lo reconocen también por sus habilidades para deportes como el atletismo y la natación. Y él, se reconoce a sí mismo como un apasionado del mar, y los animales marinos, por eso carga siempre consigo una cámara para retratar el océano y sus maravillas cuando bucea o caretea, ya en superficie, ha construido códigos caseros con sus amigos sordos y oyentes para entender algunas características de los animales que ve.

 

A futuro Garis quiere convertirse en buzo profesional y continuar trabajando en el mar, aquel que le ha dado más oportunidades de las que alguna vez, en medio de las vicisitudes de la vida, pudo imaginar.